Escrito N° MAT
¿Porqué los torbellinos nos atrapan y empujan?
Creo que las sensaciones de un torbellino envuelto en llamas
hacen carecer de sentidos el purgatorio. Porque vivir en un lugar lúgubre lleno
de tormento cuando nuestra propia mente alberga las mismas puertas del
infierno. Pueden sentirse con claridad, los barrotes que encierran nuestros
pensamientos. Como el alma queda en vela junto a estos, esperando que se
debiliten para poder escapar, no nos importa sufrir el tormento de la carne en
nuestros cuerpos. pero nos derrumba la soledad, la tristeza, el desamor y el
apego lo que no podemos tocar. Siempre miramos las caras del mundo Sin conocer
como son en verdad estas sensaciones que nos amarran al alma. No importa las añoranzas
que poseamos ni las más alejadas fantasías, son solo los sueños de nuestro ser
tratando de aliviar los dolores que nos encierran en esta jaula de materia gris
y desconocida. Que, a pesar de pasar siglos, no hemos encontrado la puerta para
poder entrar y ver en verdad de que están hechos los pensamientos, tal vez no
los descubramos a lo largo de mil vidas. Pero viviremos encerrados hasta que
nos empujen fuera de ella. Como podemos vivir una eternidad en el paraíso con
solo estar 5 minutos en este mundo. Podremos estar condenados eternamente a un
mausoleo de ideas donde solo los fantasmas que nos creamos serán quienes nos acompañarán
el resto de nuestras vidas.
¿Que será lo que deparará a la pobre ave enjaulada? ¿un
cielo gris lleno de tormentas en los que le retarán a tomar vuelo, o un rincón
caliente donde pasar su vida, sin la esperanza, sin el desdén, sin la dicha y
sin la tristeza? ¿Dónde irán a parar estos pensamientos cuando no seamos más que
polvo? Se quedarán en nuestras almas como corazonadas que nos guiarán en el
futuro o no serán más que simples equivocaciones que se esfumarán como los
vapores de un café caliente.
Talvez solo quiero la leve brisa de la calma y saber que
este amor que siento por lo que veo, no sea corazonadas de errores que vuelvo a
cometer vida tras vida...
